EL PROBLEMA DE
LA IDENTIDAD

“Decir de dos cosas que son iguales es absurdo, y decir de una cosa que es igual a sí misma es no decir nada” (Wittgenstein, Tractatus 5.5303)

“Es autoevidente que la identidad no es una relación entre objetos” (Wittgenstein, Tractatus 5.5301)



Los Conceptos

Identidad

La identidad −también denominada “igualdad”− es una relación entre dos términos, a y b, que adopta dos formas posibles:
  1. a=a. En teoría, la identidad se plantea como una relación de un objeto consigo mismo.

  2. a=b. Esta forma, si a y b son diferentes, es aparentemente una contradicción y conduce a una paradoja, la llamada “paradoja de la identidad” o “problema de la identidad”. La paradoja consiste en que se están haciendo iguales dos cosas que son distintas. La solución a esta paradoja reside en la distinción que hizo Frege entre los conceptos de “sentido” y “referencia”: a y b son dos formas, expresiones o sentidos distintos de una misma referencia. El ejemplo que pone Frege es el de “el lucero del alba” = “el lucero vespertino”, en donde los términos de la igualdad hacen referencia al mismo objeto: Venus. [ver Unión de Opuestos – La Unión de Significado y Denotación.]
La primera forma es un enunciado necesariamente verdadero, a priori, sintético, que no aporta información. La segunda forma es un enunciado contingentemente verdadero, a posteriori, analítico y que aporta información.


Tipos de identidad

Existen muchos puntos de vista sobre el concepto de identidad y, por lo tanto, diferentes tipos de identidad, entre ellas: ontológica, epistemológica, lógica, abstracta, cuantitativa, algebraica, necesaria, contingente, cualitativa, formal, genérica, específica, absoluta, relativa, intrínseca, extrínseca, temporal, causal, psicológica, teórica, estricta, etc. Destacamos, entre ellas, las siguientes: La teoría de la identidad (o tesis de la identidad) es la teoría según la cual existe una identidad entre procesos y estados mentales y cerebrales.

La ley de identidad establece que que una cosa es idéntica a sí misma y diferente de otra, que utiliza los símbolos “=” y “≠”, respectivamente. Por ejemplo, 3=3 y 3≠4. Se discute si la ley de identidad es parte o no de la lógica.


Identidad vs. indistinguibilidad

Desde el punto de vista de las propiedades, hay que diferenciar los conceptos de identidad e indistinguibilidad, cuyas definiciones son las siguientes: En ambos casos se supone que las propiedades que se consideran son parciales o relativas, pues los dos objetos siempre deben diferir en algún aspecto. La identidad o la indistinguibilidad total o absoluta es absurda porque nunca podríamos hablar de dos objetos, sino de uno solo, pues decir “dos” es ya diferenciarlos. Por eso se habla de “identidad relativa” respecto a un conjunto de propiedades. Y también de “propiedades intrínsecas” (o necesarias) y “propiedades extrínsecas” (o contingentes). Por ejemplo, dos coches idénticos que solo difieren en el color (que es una propiedad extrínseca).

El concepto de identidad es de gran importancia, principalmente a nivel lógico y filosófico. No ocurre lo mismo con el de indistinguibilidad, que se considera de escaso interés e incluso falso desde el punto de vista lógico.


Las cuestiones

Sobre el concepto de identidad se plantean diversas cuestiones, como las siguientes:
Principios filosóficos

En filosofía existen dos principios opuestos o duales: El Pid se suele denominar “ley de Leibniz” (aunque a veces se la atribuye el Pin). Pero realmente, Leibniz se refería a la imposibilidad de la existencia de objetos exactamente idénticos, una aplicación de su “principio de razón suficiente” (todo debe tener una razón, causa o fundamento).

En principio, podemos suponer que Pin implica Pid, es decir, que dos objetos idénticos son indiscernibles (puesto que tienen las mismas propiedades), pues se avanza desde lo profundo a lo superficial. Pero Pind no implica Pin, es decir, dos objetos indiscernibles podrían no ser idénticos, pues se camina desde lo superficial a lo profundo.

El Pin se considera correcto y válido, como un principio fundamental de la razón, una verdad por definición y a priori. En cambio, el Pid ha sido cuestionado hasta considerarlo incluso como un principio falso y sin sentido, en paralelo con el concepto de indistinguibilidad.

Se supone que estos dos principios se aplican a particulares, no a universales.


El principio de sustitución de los idénticos. El problema de la sustitución

Según Leibniz, si existe un enunciado de identidad entre dos términos, entonces cualquiera de los dos términos, puede sustituir al otro en cualquier enunciado sin que cambie el valor de verdad de éste. Este es el “principio de sustitución de los idénticos” o “principio de sustituibilidad de la identidad”. Y a la inversa: dos términos son el mismo si uno puede ser sustituido por el otro en cualquier sentencia salva veritate (es decir, siempre que se preserve la verdad).

Por ejemplo: 1) “Cervantes es el autor del Quijote”. Se establece en principio la identidad entre “Cervantes” y “el autor del Quijote”; 2) “Cervantes es español”. De aquí se infiere (por sustitución): 3) “El autor del Quijote es español”.

El problema surge cuando este principio no es aplicable en ciertos contextos. Por ejemplo: “Juan desea saber si Cervantes es el autor del Quijote”. Sustituyendo “autor del Quijote” por “Cervantes”, el resultado es “Pepe desea saber si Cervantes es Cervantes”, lo que altera su significado original.

Para dar cuenta de este tipo de casos en los que el principio de sustitución de los idénticos no es aplicable, Quine [1968] propuso distinguir entre contextos transparentes (en los que el principio es aplicable) y contextos opacos (en los que el principio no es aplicable, pues se cambia el significado del enunciado). Para Quine, la sustituibilidad es uno de los principios fundamentales que gobiernan la identidad.


Las Diferentes Concepciones de la Identidad

Aristóteles

Aristóteles, en su Metafísica, afirma que la noción de identidad se da en 3 formas: 1) como unidad de ser; 2) como unidad de una multiplicidad de seres; 3) como unidad de un solo ser tratado como múltiple.


Hegel

Para Hegel, la identidad expresa una relación de tipo superior, al unir los particulares.


Frege

Para Frege, la identidad es una relación profunda, entre sentidos, siendo a y b dos maneras o sentidos diferentes de hacer referencia al mismo objeto. La identidad se refiere al mismo objeto, no a objetos distintos. No tiene sentido la identidad entre objetos. Frege concibe la identidad como una noción lógica primitiva, es decir indefinible a partir de otras.


Russell

En Principia Mathematica (PM), Russell define la identidad desde el punto de vista de la lógica de predicados: Se trata de la versión generalizada de la ley de Leibniz: dos objetos son idénticos si toda propiedad que la tenga uno también la tiene el otro. Y a la inversa: si dos objetos tienen las mismas propiedades son idénticos. Para Russell, pues, los dos principios (Pid y Pin) se implican mutuamente, es decir, son lógicamente equivalentes.

Según esta definición, en principio, la identidad es un concepto derivado, no primitivo. Pero realmente esta definición es circular, pues usa la noción de identidad para definir la identidad.

Russell trata la identidad principalmente en dos contextos:
  1. Teoría de las Descripciones.
    Según Russell, la noción de identidad no tiene ningún interés lógico cuando se usan nombres propios, pero se vuelve útil cuando se usan descripciones definidas. Por ejemplo, una sentencia como “Scott es el autor de Waverley” es un enunciado de identidad entre dos descripciones definidas: “el ente de nombre propio ‘Scott’” y “el autor de Waverley”, que a su vez convierte en nombres lógicos. En efecto, la sentencia se convierte en “existe un único x tal que x tiene de nombre Scott y x es el autor de Waverley”.

  2. Aritmética.
    Para Russell, la identidad es indispensable también desde el punto de vista aritmético. En “An Inquiry into Meaning and Truth” afirma que es teóricamente imposible contar objetos si no se considera la identidad. Pone el ejemplo siguiente. Supongamos que deseamos contar una colección de 5 objetos (A, B, C, D, E) y que B y C son idénticos. Si no consideramos la identidad, contaremos 5 objetos. Y si la consideramos, entonces, al contar B, también se está contando C y, por lo tanto, se contarán solo 4 objetos.

Wittgenstein

Wittgenstein, en el Tractatus, somete a la noción filosófica de identidad a una crítica completa: En definitiva −concluye Wittgenstein− la problemática de la identidad no es otra cosa que una consecuencia de confusiones conceptuales. En filosofía no hay problemas genuinos sino meros enredos conceptuales.


Ramsey

Frank Plumton Ramsey, en su famoso artículo “The Foundations of Mathematics” [2001], reflexiona sobre el concepto lógico de identidad utilizado por Russell en Principia Mathematica (PM):
Kripke

Para Kripke, hay identidades necesarias y contingentes. Define “designador rígido” a un nombre que es el mismo en todos los mundos posibles en los que esa entidad existe, y no designa nada más en esos mundos posibles en los que esa entidad no existe. Los nombres propios son designadores rigidos, como “agua” y H2O”, pues ambos designan el mismo tipo de materia en todo mundo posible.
¿Es la identidad parte de la lógica?

Está justificado preguntarse si la identidad debe formar o no como parte de la lógica, es decir, si la lógica puede formalizar el concepto de identidad. En este sentido, debemos tener en cuenta los aspectos siguientes: Frege −como logicista que era− lo tenía claro: la identidad forma parte de la lógica. Willard van Orman Quine [1970], tras estudiar los pros y los contras, se decantó también por incluir la identidad en el reino de la lógica.


MENTAL: Equivalencia y Sustitución

La identidad es un concepto muy importante porque facilita y simplifica la descripción de la realidad. Es la tendencia de la razón y de la conciencia en convertir la multiplicidad en clases, donde los elementos de cada clase son idénticos entre sí.

El problema de la identidad (y todo su contexto asociado), así como su formalización, tiene una solución muy simple en MENTAL mediante dos conceptos esenciales perfectamente diferenciados (aunque estrechamente relacionados), que son arquetipos primarios de los que no se puede prescindir: equivalencia y sustitución, representados respectivamente por los símbolos “≡” y “=”.


Equivalencia

La identidad entre dos objetos diferentes no tiene sentido, como afirmaba Frege y Wittgenstein. Solo tiene sentido cuando se refiere a diferentes formas o expresiones de hacer referencia a un mismo objeto. Por lo tanto, es más adecuado hablar de “equivalencia”, para evitar también que surja el fantasma de la paradoja de la identidad, porque la paradoja surge fundamentalmente de la propia denominación de “identidad” o “igualdad”. Cuando consideramos dos expresiones equivalentes, las estamos conectando, lo que supone una elevación de la conciencia, al ascender a una posición superior desde la que se contemplan como equivalentes. Es la conciencia la que los une. La equivalencia es, a la vez, ontológica y epistemológica.
Sustitución

Así como la equivalencia es una relación horizontal, la sustitución es una relación vertical entre dos expresiones: a = b (a se evalúa como b). Existen dos formas o modelos de sustitución:
  1. La sustitución inmediata o actual (x = y), que es una relación vertical descendente.

  2. La sustitución potencial, diferida o de representación (x =: y), que es una relación vertical ascendente.
Con ambas formas se pueden hacer definiciones (particulares o generales). Existe adicionalmente la “sustitución inicial” (x := y).
Expresiones “sujeto-predicado” vs. sustitución

Cuando decimos, por ejemplo, “Cervantes es autor del Quijote”, el “es”, en general, no indica equivalencia sino predicado: Pero que Cervantes sea el autor del Quijote no indica que sea el único autor, pues esta obra podría haber sido escrito por varios autores. Pero si decimos “Cervantes es el autor de Quijote”, “es el” indica unicidad. Esto se puede expresarse de dos maneras: En el primer caso, se identifica al autor a través de una función particular (autor) y un argumento (Quijote). En el segundo caso, Cervantes es una etiqueta para referirse al autor del Quijote.

En general, “es” indica atributo o propiedad. Y “de” indica argumento de función.

Podemos también usar expresiones declarativas. Por ejemplo:
Propiedades
  1. Reflexiva: xx

  2. Simétrica: ⟨( xyyx )⟩

  3. Transitiva: ⟨( xyyzxz)⟩

    Estas tres primeras propiedades determinan una relación de equivalencia, dando lugar a “clases de equivalencia”, donde una clase es el conjunto de expresiones equivalentes entre sí.

  4. La sustitución implica equivalencia, pero no al revés:

    ⟨( x=yxy )⟩.

  5. Si dos expresiones x e y son equivalentes, entonces toda propiedad p relativa a x es equivalente a la misma propiedad p relativa a y:

    ⟨( xy → (x/py/p) )⟩

  6. Si dos expresiones, x e y, se evalúan como una misma expresión, entonces son equivalentes:

    ⟨( x=zy=z → (xy) )⟩

  7. El principio de sustitución de los idénticos es correcto. Si tenemos una expresión z que contiene otra expresión x, y si x≡y, entonces z es equivalente a la misma expresión sustituyendo x por y:

    ⟨( (z/(x = θ) ≠ z))→ (xy) → (zz/(x = y)) )⟩

    La expresión (z/(x = θ) ≠ z/(x = θ)°) indica la condición de que la expresión z contenga a la expresión x. Por ejemplo:

    {a b c}/(b=θ) (ev. {a c}, pues contiene b)

    {a b c}/(u=θ) (ev. {a b c}, pues no contiene u)

  8. Si dos conjuntos tienen los mismos elementos, son equivalentes:

    ⟨(xAxB)⟩ → (AB) )⟩


Bibliografía